No existen utopías sin disidencias. Ni disidencias que no tengan implícito alguna utopía. Disentir es una condición del ser humano. Esta es la historia de Utopito, un cubano aparentemente tonto que cree en la transparencia de los discursos y en la libertad de la palabra. Duerme con fantasmas, proyectos de viejos sueños de un supuesto hombre nuevo. Ejercita con amor el camino hacia una filosofía del absurdo llena de contradicciones. No tiene una forma definida y posee el don de practicar cualquier oficio. Puede ser médico, mañana pintor, biólogo o funcionario, o tal vez, ninguna profesión. Su don natural es la oratoria y vive empecinado en contradecirse. Dice que nada es cierto. Que todo es cuento, ilusión en la que se nos obliga a creer. Asume la sociedad como un enorme manicomio donde ni él mismo tiene la razón, influencias evidentes de una formación totalmente mediática y postmodernista. Llega a ser desconcertante e incoherente y se apropia de cuanto texto, historia o chisme le interesa. Dice las cosas fuera de lugar, tenga que ver o no con lo que le rodea. A veces camina con brillante lucidez, más por casualidad que por raciocinio. No es partidista, ni siquiera profesa una religión y se empecina en demostrar que es un pinareño ausente.

Pascual y Angulo son su compañía, sus socios, sus lugartenientes. Van aprendiendo y escuchando cada cosa que Utopito dice. Son el Sancho del Quijote o el Robin de Batman. Tal vez silenciosos informantes que lo cuidan de violencias o repentinos actos de repudio. Todo puede pasar, quizás por eso padece un dulce delirio de persecución que lo hace inquieto y evasivo. Como padre he hecho lo imposible por llevarlo de la mano, pero se me escapa.

No aspiro a que lo entiendan. Aprendí ya a respetar su extraño mundo. Me digo que también desde la locura tiene derecho a la utopía.

Pedro Pablo Oliva

«A pesar del parche sigue lloviendo dentro Pascual, sigue lloviendo dentro»

UTOPÍAS Y DISIDENCIAS

Estudio de Arte «La Mina»

Oficios 6 altos, La Habana Vieja, CUBA

20 de mayo de 2015

Estudio Pedro Pablo Oliva

Calle Martí No. 160, Pinar del Río, CUBA

01 de noviembre de 2014

Selección de Obras

Las extrañas divagaciones de Utopito
2012
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
100 x 70 cm

Las extrañas divagaciones de Utopito
2014
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
100 x 70 cm

Las extrañas divagaciones de Utopito
2012
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
120 x 80 cm

Las extrañas divagaciones de Utopito
2012
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
100 x 70 cm

Las extrañas divagaciones de Utopito
2014
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
100 x 70 cm

Las extrañas divagaciones de Utopito
2012
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
100 x 70 cm

Las extrañas divagaciones de Utopito
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
120 x 80 cm

Las extrañas divagaciones de Utopito
2012
Serie Utopías y Disidencias
Mixta/Cartulina
100 x 70 cm

Hablando de Utopías

Por David Horta

Fue hace casi veinte años atrás, en la cresta de una traumática ola de cambios a nivel planetario y en medio de una de las más agudas crisis económicas y sociales que ha enfrentado el pueblo cubano en el último medio siglo, que Pedro Pablo Oliva hizo su última muestra personal en su ciudad natal. Contaba esta con un único y monumental lienzo pintado al óleo, para el que hubo que clausurar una de las puertas de la primera sala del Centro de Artes Visuales en Pinar del Río, a unos pocos metros del que es hoy su estudio. Allí se creó una pared provisoria donde, totalmente a oscuras y guiada por una anémica constelación de mecheros, una horda de espectadores tuvo el privilegio de entrar por primera y única vez en la atmósfera originalmente concebida por Oliva para el despliegue de su ya antológico El Gran Apagón (1994). Esta alucinada visión de la Cuba cotidiana, como vista a través del corte transversal de uno de aquellos miles de refugios subterráneos que se construyeron por toda la isla tras la caída del bloque socialista europeo, parece evocar y combinar el arte de grandes brujos como El Bosco, Brueghel, el Lam de El tercer mundo o el Picasso del Guernica. Y efectivamente, por entonces alguien lo comparó con este último, y el alias quedó: el Guernica de Cuba. Una comparación que el artista acepta a medias, con guiño complaciente al tiempo que la refuta corrigiendo su sentido con un énfasis que vale la pena reseñar. La apocalíptica magnus opus picassiana es en gran medida la confirmación del absurdo, el horror y la muerte que coronaron la utopía de la vanguardia y la modernidad. Aunque igualmente distópico, el apagón de Oliva, a medio camino entre la tragedia y la comedia, nace de una incertidumbre menos anclada en la impugnación de un mundo viejo que en las nuevas preguntas que incita su derrumbe, y en ese sentido es una apuesta por el futuro. El dolor de su parto nace de una fe invencible en el cambio, que es decir en la vida. Si Guernica testimonia el colapso de la razón, su émulo cubano muestra que aún se puede luchar por encontrar razón y luz propias en el más oscuro de los túneles, y que si esa luz es necesaria, lo es porque nos obliga a mirarnos a nosotros mismos con la misma desnudez con que nos conminaba el Pablo español. leer más

UTOPÍAS y DISIDENCIAS
Curaduría Pedro Pablo Oliva, David Horta Pimentel Producción Silvia E. Oliva Sainz Curadora asistente Leonora Oliva Sainz Consultor de arte Oscar Llanes Gómez Textos David Horta Diseño Gráfico Alberto González Rogés Fotografía Rodolfo Martínez Montaje Taller Villa Manuela, Arte Real, Trimagen Pinar del Río, ARTIMARCO Habana Taller José Manuel García Oliva