¿Qué hay de nuevo?
En los últimos años Pedro Pablo Oliva en su proceso creativo, ha dedicado más tiempo al dibujo y la escultura. Oliva va contra el tiempo, y el dibujo le proporciona esa inmediatez que necesita. El trazo limpio y el protagonismo de las líneas continúan siendo su principal herramienta técnicas, sin embargo, el juego con las manchas al modo surrealista que nos recuerda un test de Rorschach, le proporciona una nueva magia alucinada a su trabajo. En su afán lúdico descubre en las formas amorfas de estas especies de nubes de colores, seres extraños que conforman un bestiario de gran expresividad.

El demagogo
Según Virgilio Piñera “la maldita circunstancia del agua por todas partes” lo obligó a sentarse a la mesa del café, y después de esta frase, con los cinco sentidos despiertos, su poema “La isla en peso” describió como ninguno la esencia de Cuba. Y es que el café forma parte de la cultura nacional; heredado de los franceses, mantiene en vilo a la isla.
Pedro Pablo gusta de tomar en el desayuno ese aromático fuerte con galletas de soda trituradas dentro, tradición que dice le viene de su madre. “Nueva historia para mamá Inés” o “El tierno amor de Bustelo” son antecedentes de sus muchos divertimentos donde una taza de café bien servida es motivo de fabulaciones. Esta vez el artista ha preferido regalarnos un café –“cubano” por demás, y aclaramos que el contenido puede ser incierto- como signo mayor de hospitalidad en la isla. A tono con su tradicional picardía, “Las alucinaciones de Toribio”, un pescador de mujeres; “Los paseos de Juanita”, el tierno descanso de una muchacha con su perro; o “Historia de amor”, un humeante deseo cubano, formarán parte de la nueva serie “Las dulces tazas”, que continúa con la propuesta de brindarnos un panorama de la vida en Cuba a través de su mirada.
Con seguridad el artista comparte el pensamiento martiano de que “el café es un jugo rico, fuego suave, sin llama, sin ardor, que aviva y acelera…”
Series
Gran parte de la obra de este maestro cubano se organiza por series. Estos bloques temáticos o formales no pertenecen a décadas específicas, no transcurren de manera lineal hasta agotarse, sino que son abandonadas y retomadas en el transcurso de su carrera. Pedro Pablo se ha convertido en una especie de cronista, observa la vida personal y social como en un ciclo natural donde el eterno retorno forma parte de su filosofía vital.
Es así como nos enfrentamos a la serie Sillones de Mimbre que comienza a principios de la década del 80 y llega a nuestros días. En otras ocasiones, las series se superponen unas con otras: obras de la serie Ventanas se mezclan con la serie Eternas condenas o Las aberraciones del hombre. Y en otros casos algunos conjuntos le dan paso a otros, como es el caso de El gran Abuelo que le abre el camino a Alegrías y tristezas de El Malecón. Algunas son muy cortas como Las maravillas del mundo, mientras otras como Sillones de Mimbre son muy extensas.