La Obra de Pedro Pablo Oliva

Navegue por la obra del artista. Sus últimos trabajos, proyectos futuros y algunas de las series en las que ha trabajado…

¿Qué hay de nuevo?

En los últimos años Pedro Pablo Oliva en su proceso creativo, ha dedicado más tiempo al dibujo y la escultura. Oliva va contra el tiempo, y el dibujo le proporciona esa inmediatez que necesita. El trazo limpio y el protagonismo de las líneas continúan siendo su principal herramienta técnicas, sin embargo, el juego con las manchas al modo surrealista que nos recuerda un test de Rorschach, le proporciona una nueva magia alucinada a su trabajo. En su afán lúdico descubre en las formas amorfas de estas especies de nubes de colores, seres extraños que conforman un bestiario de gran expresividad.

La extraña muchacha del lagarto rojo · 2022 · 140 x 110 cm · óleo/tela

El buen café

Hay versos imprescindibles en la literatura cubana. Cuando Virgilio Piñera da inicio a su poema “La isla en peso” conjuga sus palabras de tal manera que nos deja en vilo para adentrarnos en lo que será después una de las definiciones más poéticas de lo cubano. Piñera nos adelanta que no hay otra manera de sobrevivir dentro del letargo que provoca el aislamiento, que no sea bajo el efecto de los sorbos del aromático y fuerte café que preparan los cubanos.

  La maldita circunstancia del agua por todas partes 
    me obliga a sentarme en la mesa del café.»

Solo entonces se aventura a hablarnos del caos cultural de los que compartimos este pedazo de tierra.

Como buen cubano, en el desayuno, a Pedro Pablo Oliva le gusta tomarse el café con galletas de soda trituradas, tradición que le viene de su madre. Tomar café por las mañanas -no importa que oscura fórmula nos ofrezcan- forma parte de la identidad nacional.

Quizás por eso, o porque un café azucarado servido en taza pequeña es el signo mayor de hospitalidad en la isla, Oliva tituló la última serie de esculturas “El buen café”. Unos años atrás en obras como “Nueva historia para mamá Inés”, tríptico que pertenece a la colección del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, o con “El tierno amor de Bustelo”, el artista empleaba la taza como el escenario ideal para sus fabulaciones. Ambas obras nos brindan razones para reconocer que la obsesión del cubano por su café supera el lugar donde vive o las diferencias ideológicas.  

Esta vez Oliva ha preferido regalarnos, como especie de divertimento y a tono con su tradicional picardía, varias tazas pequeñas: “El buen pescador”, devenido en donjuán; “Los paseos de Juanita”, el descanso de una muchacha con su perro; “Almuerzo sobre la hierba. Homenaje a Edouard Manet”, un café ardiente de deseos; “El extraño enigma de una erección”, que apunta hacia los misterios del pensamiento erótico;  “El demagogo”, donde se regodea en la figura del líder y la tribuna, elementos recurrentes en su obra a la hora de abordar lo sociopolítico.

En el taller, jocosamente mientras trabaja, observa la pareja que hace el amor dentro de la taza, sonríe, levanta la mano como si estuviera en un cafetería y pide: “un cafecito cubano, por favor”.  

Oliva con su obra persiste en definir lo identitario a través de gestos cotidianos, y es la sencillez de su narrativa lo que transforma una simple taza de café en todo un espectáculo.

Series

Gran parte de la obra de este maestro cubano se organiza por series. Estos bloques temáticos o formales no pertenecen a décadas específicas, no transcurren de manera lineal hasta agotarse, sino que son abandonadas y retomadas en el transcurso de su carrera. Pedro Pablo se ha convertido en una especie de cronista, observa la vida personal y social como en un ciclo natural donde el eterno retorno forma parte de su filosofía vital.

Es así como nos enfrentamos a la serie Sillones de Mimbre que comienza a principios de la década del 80 y llega a nuestros días. En otras ocasiones, las series se superponen unas con otras: obras de la serie Ventanas se mezclan con la serie Eternas condenas o Las aberraciones del hombre. Y en otros casos algunos conjuntos le dan paso a otros, como es el caso de El gran Abuelo que le abre el camino a Alegrías y tristezas de El Malecón. Algunas son muy cortas como Las maravillas del mundo, mientras otras como Sillones de Mimbre son muy extensas.